Clemencia

Buscáis clemencia en el cielo, la buscáis en las casas que albergan a vuestros santos, buscáis clemencia en quienes vuestros dioses pusieron sobre la tierra como sus figuras en vuestro mundo, pero no la encontráis… no lo haréis.

Tampoco la clemencia que os prometían o la que conseguisteis con vuestros falsos rezos os será concedida jamás.

El fin se acerca y hace milenios que Dios os dejo. Os dejo porque yo lo maté. Nada de eso cuentan las leyendas, ni los libros que creéis sagrados. Pero es la unica realidad en vuestras penosas vidas...

El no es vuestro señor, no es vuestro creador. Su unica obra la pisáis, es la que os da cobijo, la que os alimenta… la tierra es su obra y mi obra, vosotros.

Yo os puse sobre la tierra y os deje consumirla, dominarla, libre de su creador, libre de su seguridad. Y tan solo observe vuestra decadencia, vuestras muertes sin sentido, guerras por codicia, jactándome, disfrutando de mi obra y de cómo, poco a poco, me representabais un penoso teatro.

Y pedís clemencia.

Es lo que más me satisface, lo que más me enorgullece de mis hijos… fabrique a un ser perfecto en su destrucción, un ente virulento, rapido en su ejecución, que realizó su trabajo con apremio… pero lo que más sarcasmo conlleva este hecho es que, lejos de comprender vuestros propios actos como impuros, vuestra naturaleza como impropia para con La Tierra, pedís clemencia a vuestros dioses por memeces… por pecados insignificantes perdidos en la grandeza del universo.

Pedís clemencia por vosotros mismos.

Y dejáis que el único planeta fértil en millones y millones de años luz se pudra. dejais que Su obra perezca…

Y lo que más me complace es que, ya sin poder evitarlo, os pudriréis junto a él… y cuando esto ocurra, cuando oigáis mi risa infernal a modo de terremotos y de temibles relámpagos… os arrodillareis como insignificantes motas de polvo…

y pediréis clemencia.