Tuesday, December 09, 2008

La Princesa De Hielo




Me encanta esta canción, me pone la piel de gallina, te dan ganas de gritarla en medio de la calle a la persona que amas, subir el volumen de la cadena de música cuando la escuchas en casa, sentirla como si formara parte de ti.
Siempre he tenido en la cabeza adaptar esta ópera al cine y escribir un borrador del guion. Esta sería la sinopsis del argumento, respetando en gran medida la historia de Turandot, pero agregando partes para hacerla mas "cinematográfica", una especie de Aladdin, con personajes (en el caso de los tres consejeros) que bien podrían ser animales, o como en Mulan, personajes mitológicos.
Y como no podria ser de otra forma, no es Nessun Dorma, sin (el gran) Pavarotti.


TURANDOT

El protagonista de esta historia se presenta como un errático joven llamado Calaf, que viaja a lo largo de china, como un simple muchacho en busca de fortuna, que no conoce su verdadero pasado.
Procede de una gran estirpe de reyes, su sangre es de la mas exquisita realeza, pero su reino fue destruido y el Rey Timur, su padre, fue desterrado. Viendo peligrar la vida de su único hijo, el rey abandono al Príncipe Calaf, para preservar su seguridad, dejando en manos del destino, que el camino de padre e hijo volvieran a cruzarse algún día.

¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma!

Ignorando todo esto, y habiéndose criado en una humilde granja, el joven Príncipe, decide recorrer el mundo y ver todo lo que sus ojos quieran mostrarle.
Sus pasos le llevan hasta las afueras de La Gran Ciudad. Pero, antes de ver las increíbles murallas que la rodean, el joven, cruzando un frondoso bosque, se topa con una pequeña comitiva de tres sabios consejeros que sufren una pequeña emboscada, perpetrada por unos peligrosos rateros.

¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma!

El joven príncipe, gracias a sus habilidades con las artes marciales, evita el robo, salvando la vida a los tres consejeros reales, llamados Ping, Pang y Pong. Ellos agradecidos le invitan a devolverle el favor en la gran ciudad.
Tras las grandiosas murallas se extiende la ciudad coronada por los increíbles palacios. Cuando Calaf llega junto a los tres consejeros reales y su sequito, al pie de dichos palacios, observan a la multitud de ciudadanos allí congregados, escuchan un edicto: Turandot, la Pura, será la esposa de aquel que, siendo de sangre real, resuelva los tres enigmas que ella le propondrá. Pero el que afronte la prueba y resulte vencido ofrecerá al hacha su cabeza.

¡Tampoco tú, oh Princesa, en tu fría habitación!

Calaf queda maravillado por la belleza de la princesa y sin pensarlo dos veces se promete a si mismo conquistarla. Mientras la observa, asiste, junto a toda la corte y el pueblo a la fallida prueba de amor del Príncipe de Persia, un joven que intenta optar, sin éxito, al amor de la princesa.
Este príncipe falla, como todos sus anteriores predecesores y a la salida de la luna, el príncipe de Persia morirá.


¡Miras las estrellas que tiemblan de amor y de esperanza...!


Antes de esta ejecución, el joven Calaf deambula por la ciudad hipnotizado por la belleza de la princesa, dándole vueltas a la idea de cómo optar a su amor… en esto tropieza con un viejo ciego y su joven acompañante, una bella muchacha. El ciego, lo reconoce como su hijo, su príncipe, al describírselo la bella joven ( enamorada de Calaf) con detenimiento al anciano.
El viejo Timur, el desterrado rey, es ahora un ciego ambulante y mendigo, acompañado y cuidado por la joven. Sentados en un rincón Timur le cuenta a Calaf la verdadera historia de su sangre, de su pasado.

¡Pero mi misterio está encerrado en mí!

Calaf siente como su corazón se enciende y sus ojos brillan de emoción, ha tenido una idea, se presentara como pretendiente para ganar el favor de la princesa.
El viejo Timur y la joven que lo acompaña ven, aterrados, como Calaf puede morir a manos del hacha real, por un lado el ciego teme perder a su hijo, al que acaba de encontrar de nuevo, y por el otro, la bella joven teme perder al hombre del que acaba de enamorarse. Los dos intentan que Calaf cambie de idea enérgicamente, pero… en ese momento suenan unos tambores lejanos y Calaf corre a palacio, como casi todo el pueblo. Toda la multitud quiere ver la ejecución y si alguien será capaz de presentarse como nuevo aspirante al amor de Turandot….

¡Mi nombre nadie lo sabrá!. No, no, sobre tu boca lo diré emocionado

Hay multitud, gritos, empujones por un buen sitio, el viejo ciego y su acompañante, a duras penas pueden seguir al joven príncipe. Ya frente a la plaza real todos observan al príncipe de Persia a punto de ser ejecutado. Calaf evita que maten al príncipe y se dirige a tocar el gong tres veces y así reclamar su turno, ni el rey Timur ni los tres consejeros pueden evitar que lo consiga y reclame el amor de Turandot ante el pueblo aglomerado.
Los tres consejeros, queriendo devolver el favor al joven que los salvo en el bosque, perpetran un hechizo para que, los antiguos pretendientes de la princesa, degollados, vuelvan de entre los muertos y persuadan a Calaf de su decisión contándole de sus errores como pretendientes… pero la pócima les sale mal y los fantasmas atacan al príncipe, saliendo este airoso de la lucha.


Sólo cuando la luz brille: ¡solo sobre tu boca lo diré!


Al día siguiente Calaf resuelve los tres enigmas de la princesa; la esperanza, la sangre y el último, el hielo, frente a todo el pueblo, el cual le aplaude divertido… pero Turandot, no quiere amar a alguien por imposición y rechaza a Calaf. El mandarín, su padre, hastiado por tanta muerte, obliga a la princesa a cumplir su palabra, pero es Calaf quien más desea que la princesa sienta por él, lo que el siente en su corazón por Turandot y propone que, si la princesa averigua su nombre antes del alba, el morirá, liberándola así del compromiso de ser su esposa.

¡Y mi beso fulminará el silencio que te hace mía.!

Esa noche la princesa despliega su ejército y obliga a cada uno de los habitantes del pueblo a revelar el nombre del príncipe. Esa noche, nadie duerme.

¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma!

Por ser vistos con el joven, el viejo ciego y la bella joven son apresados. Es a la joven a la que instigan a decir el nombre del príncipe, pero por el amor que ella le procesa prefiere morir antes que revelar su nombre… y seguidamente, se suicida.

Su nombre nadie sabrá... ¡Y nosotras, ay, deberemos, morir, morir!

Cuando todos se han marchado, el príncipe recrimina la personalidad de la princesa, recordando la sangre derramada y afirmando que su actitud es falsa y que en realidad su frialdad es mentira. Ella le confiesa sus sensaciones cuando le vio por primera vez y cómo había vencido él, no con la prueba, sino con su fuerza y su corazón.

El príncipe desconocido

Pero le pide que no siga más con el intento de tenerla en sus brazos. Al final, el príncipe acaba resignado y decide revelarle el nombre mientras suenan las trompetas desde el Palacio.
¡Disípate, oh noche! ¡Tramontad, estrellas! ¡Tramontad, estrellas!
A la mañana siguiente. Ante el emperador y todo el pueblo, Turandot dice que el nombre del extranjero es “Mi Amado”.

¡Al alba venceré! ¡Venceré! ¡Venceré!

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